domingo, 20 de septiembre de 2015

Ser independiente





Muchas personas de buen corazón, tratan de hacer bien a otras; se sienten felices haciendo cosas por los que quieren. Algunos, cuando observan que al otro se le dificulta hacer algo, o no sabe cómo hacerlo, los “bienhechores” lo realizan por ellos. También hay personas que asumen lo que sus seres queridos necesitan y lo consiguen para dárselo, aun cuando no se lo hayan pedido expresamente. Ellos pueden invertir mucho tiempo complaciendo y ayudando al mundo entero.


Obviamente la intención es positiva, pues lo hacen desde el corazón; pero quizá no se percatan de que aun los actos de este tipo tienen consecuencias que ni se imaginan. Empezando por sí mismos, pues dejan de vivir y hacer sus propias cosas por estar pendientes de otros.


Un ejemplo muy básico: A un niño le dan dos dulces con las envolturas selladas, toma uno, lo observa y sin decir nada, sin pedirlo, un adulto viene al rescate, se lo pide, se lo abre y se lo da. El niño se va feliz. Más tarde, el niño está solo en su habitación y quiere comerse el otro caramelo, pero no sabe cómo hacerlo, se enoja, llora y se frustra porque no logra lo que quiere. Alguien lo escucha y corre a abrirle otra vez la golosina, pero no le enseñó cómo se hace. 


Al hacer este tipo de cosas por los demás, incluso por los más grandes, les quitamos la oportunidad de aprender a valerse por sí mismos y a conseguir lo que quieren por sus propios medios y cuando se encuentran en una situación en la que no hay alguien que les ofrezca ayuda, no saben qué hacer, entonces se llenan de frustración, y otras emociones que poco a poco van dañando su autoestima y pueden crear confusión, al ver que las cosas no siempre son como en casa, que no es tan fácil, que no todos están dispuestos a dejar lo que están haciendo por atenderlo.


Otra cosa importante que pierden al recibir todo “peladito y en la boca” es la satisfacción del logro, tan importante para el desarrollo de muchas de las habilidades que se necesitan para abrirse paso en la vida, en un trabajo, en una relación, etc.


Es aconsejable que desde pequeños enseñemos a las personas a hacer todo por sí mismas, a resolver, a que se den cuenta de que sí pueden, obviamente todo de adecuado a la edad y madurez de cada niño, porque de no hacerlo, el mensaje es: “tú eres incapaz de hacerlo, no puedes, por eso lo hago yo por ti” y es muy probable que crezca con esa idea labrada, impresa, acuñada o tatuada en el subconsciente y tal vez buscará comprobarse a sí mismo que en efecto, no es capaz y es posible que afecte el resto de su vida y ni siquiera sepa porqué o de dónde vienen sus problemas y carencias; por lo tanto, dejemos que experimenten, todos aprendemos a base de prueba-error.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario